Agresividad en los niños y niñas
Es común que en ocasiones los niños y niñas respondan con enfados y conductas agresivas.
La
agresividad es una respuesta normal a una emoción de ira y de
frustración. Forma parte del bagaje emocional con el que nacemos las
personas. En cierto sentido es una conducta adaptativa y necesaria,
tanto la emoción como la conducta deben ser vividas por el niño y/o niña
para su aprendizaje y desarrollo.
El problema surge cuando los
pequeños convierten esta respuesta en un hábito. La agresividad en estos
casos se generaliza y es utilizada por los niños y niñas como una
herramienta de gran poder para conseguir lo que quieren. Comienza como
una manera de hacer salir una emoción negativa de ira y de frustración y
se generaliza aún sin existir estas emociones. A la larga esta
respuesta se transforma en lo que la crea, es decir en una fuente de
frustraciones y conflictos.
Es fundamental en primer lugar
que los pequeños aprendan a manejar sus sentimientos negativos, que
sepan auto controlarse y manejar la ira y la frustración. La emoción,
como todas las emociones forma parte de la persona y no se puede evitar,
pero lo que si podemos controlar es la respuesta en forma de conducta
que damos a esa emoción.
En segundo lugar debemos
prestar atención a que esta conducta no se generalice. Ocurre que cuando
los pequeños se comportan de forma agresiva, aprenden en determinadas
ocasiones un mensaje erróneo. Aprenden que es una forma muy efectiva de
conseguir lo que quieren, y de esta forma generalizan las conductas
agresivas y ya no solo las emplean cuando sienten ira. En estas
ocasiones emplean la agresividad para someter a los demás a sus deseos y
esto a la larga les crea más ira, frustración y conflictos.
¿CUANDO DEBEMOS ALARMARNOS ANTE LAS CONDUCTAS AGRESIVAS?
En primer lugar debemos saber
que no debemos dejar pasar ninguna conducta agresiva de ningún tipo por
parte de los más pequeños, pero es importante diferenciar entre dos
tipos de conductas agresivas.
-Conducta agresiva como
aprendizaje de respuestas. En un primer momento los niños y niñas
experimentan distintas reacciones ante determinadas emociones. Este tipo
de conducta forma parte de su desarrollo y puede responder a un enfado
con una patada o un insulto. Es una forma de hacer salir su ira. Esta
forma no es la adecuada y han de aprender a canalizar la ira hacia una
respuesta más positiva que les haga avanzar y no hacía una respuesta
negativa y violenta. Debemos actuar ya en estos primeros momentos, pero
no debemos alarmarnos, ya que es una respuesta normal.
-Conducta agresiva
intencionada para causar daño y malestar a los demás. Cuando la
intención de la respuesta es provocar daño, y no le importa haberlo
causado es cuando debemos preocuparnos. Esta tipo de conducta es
perjudicial para la propia persona que la ejecuta.
CAUSAS DE LAS CONDUCTAS AGRESIVAS.
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Frustración e ira. La principal causa de estas conductas es la frustración y la ira, y como respuesta aparece la reacción agresiva.
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Imitación. Los más pequeños ven lo que les rodea e imitan las conductas que observan en sus figuras más cercanas. Si los adultos más cercanos responden con gritos, cachetes, etc. los niños y niñas entenderán que esta es la respuesta normal ante determinadas situaciones.
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Consecuencia de la conducta agresiva. Los pequeños aprenden también en función de las consecuencias de sus conductas, si ante una reacción agresiva el resultado es que obtienen lo que quieren, aprenderán eso mismo que es un modo muy efectivo para cumplir sus deseos.
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Llamadas de atención. En determinadas ocasiones, los niños y niñas son agresivos para llamar la atención del adulto e incluso de otros niños y niñas. Aprenden que es una forma de que les hagan caso. “Te golpeo y me atiendes”.
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Experimentación. Los pequeños aprenden por ensayo error, experimentan determinadas respuestas y comprueban cuales les salen bien y cuales mal. En ciertos casos están experimentando a ver qué pasa si….
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Problemas personales. Hay que prestar atención a los posibles problemas del pequeño, puede que esté pasando por una etapa de malestar personal con importantes cargas de frustración y de ira. En estos casos debemos tratar el problema del niño o niña para erradicar la conducta.
PAUTAS PARA ELIMINAR ESTAS CONDUCTAS.
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Enseña al niño y niña a canalizar la emoción de ira y/o frustración de forma positiva, de manera que le permita avanzar. Cuando los niños y niñas opten por la violencia, debemos enseñarles otros caminos. Puedes enseñarle a practicar algún deporte, ha hacer algo para entender y arreglar aquello que le ha enfadado.
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No respondas con risa a los primeros atisbos de conductas agresivas, como un tirón de pelo una patada, etc. Es común que a los adultos nos hagan gracia estos primeros arrebatos de enfado de los pequeños, no debemos en ningún caso reírles estas conductas puesto que le mandamos un mensaje erróneo.
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Responde con calma a las respuestas violentas, trata de apaciguar al pequeño. El objetivo es frenar la conducta agresiva, si respondemos con agresividad lo único que conseguimos es aumentar la ira y la frustración y además le damos un ejemplo contrario a lo que pretendemos conseguir. Debemos mantener la calma.
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Practica la relajación. Es importante que enseñemos a los niños y niñas a relajarse, podemos practicar con ellos diferentes técnicas de relajación, enséñales a contar hasta diez, a respirar, etc.
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Sé un modelo para ellos. Evita en todo momento conductas agresivas, ya sea con ellos o con otros adultos. Procura evitar los gritos en casa, los cachetes a los más pequeños, los comentarios despectivos, etc. Ya que los niños y niñas aprenden de lo que ven.
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Se congruente con lo que le pides y lo que haces (no puedes gritarle para que deje de gritar). Si le pides que deje de gritar, mantén un tono relajado.
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No prestes atención a las rabietas. Cuando el niño y la niña emplea las rabietas, no hagas caso. Si reclama tu atención de forma violenta, golpeándote, tirándote objetos, con gritos, no prestes atención tampoco.
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Usa tono firme y desaprobatorio pero no grites, responde con calma y tranquilidad.
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No le des lo que quiere cuando tenga una respuesta agresiva. Si el pequeño tira cosas porque se ha enfadado porque no estás jugando con él por ejemplo, no juegues con él. Explícale que cuando se calme jugareis juntos.
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Habla con ellos. Pregúntale el porqué de esas conductas, averigua si le pasa algo. Y explícale que no es la manera adecuada de actuar.
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Establece normas claras y concisas. Que no confundan al pequeño y que sepa cuáles son las consecuencias de sus conductas agresivas.
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