El peligro de etiquetar, cómo evitarlo
La vida diaria nos pone ante situaciones
complicadas y difíciles de afrontar, y a pesar de que es cierto aquello
de que con el paso de los años las situaciones se complican y los
problemas aumentan, debido a la adquisición de responsabilidades, l@s
niñ@s también se enfrentan a situaciones complicadas y que les pueden
suponer un problema en sus quehaceres diarios.
En ocasiones los padres observan en sus
hijos/as comportamientos indeseados, que les llevan a perder el
autocontrol y les impulsan a denominarles de una determinada manera.
Tanto es así, que no es de extrañar encontrarnos con niños/ as a los
cuales sus propios padres tachan de vagos (por no obtener un determinado
rendimiento académico); rebeldes (por no seguir unas determinadas
normas de conducta); inseguros (por mostrar éstos cierta timidez);
nerviosos (por tener cierta inquietud)…; caracterizarlos de esta manera y
tratarlos como tales, deriva en la asunción de este tipo de roles por
parte de los pequeños/as, que finalmente se terminan comportando tal y
como les marca esa “etiqueta”.
Esto ya lo pusieron de manifiesto Rosenthal y Jacobson (1968), con el llamado “Efecto Pigmalión”.
Resumidamente, lo que Rosenthal y Jacobson hicieron, fue elegir al azar
a unos estudiantes, y aunque éstos habían sido elegidos azarosamente,
dijeron a los profesores que unos tenían mayores capacidades
intelectuales que otros. De esta manera, se comprobó, que efectivamente
los resultados del grupo que se suponía poseía unas mayores capacidades
intelectuales, fueron mejores que los del otro grupo.
Todo esto pone de manifiesto que
nuestras expectativas afectan al modo en que nos comportamos ante
determinadas situaciones, y así actúan las etiquetas que les asignamos
casi de manera inconsciente a los /as niños/as.
Cuando denominamos repetidamente a un / a
niño /a de una determinada manera, termina por asumir que es así ; y
ante esta situación debemos tener mucho cuidado, ya que somos una mezcla
de genética y entorno y este último nos puede influir potenciando o
“debilitando” nuestras “capacidades base”.
Puede decirse que nuestra identidad se
va configurando poco a poco a lo largo de la vida, siendo la infancia
una etapa clave en la que nuestros referentes nos pueden influir
enormemente, es más, podemos decir que según éstos nos definan y según
cómo describan nuestros comportamientos, nuestra personalidad se verá
marcada por unas u otras directrices.
El etiquetar a un/a niño/ a, le va a
llevar a comportarse según los dictámenes de esa etiqueta que va a
terminar asumiendo, pero no sólo eso, sino que además, el resto de
adultos y niñ@s que vayan conociéndole y sepan de la existencia de esa
“etiqueta”, serán susceptibles de caer en el sesgo de observar
únicamente, los comportamientos que éste emita y que sean descriptivos
de ella, volviendo así al tema del “Efecto Pigmalión” (o profecia
autocumplida).
La personalidad infantil se encuentra en
constante cambio, con lo cual, asignar etiquetas es algo tan delicado
que podría incluso repercutir de manera negativa en el correcto
desarrollo de la misma.
Queda así claro, que las opiniones de
los padres, de los maestros/ as, del grupo de iguales etc, pueden
fomentar el surgimiento de etiquetas susceptibles de influir en los
niños/as y éstas pueden ser tanto positivas como negativas, ante lo
que nos podíamos preguntar:
¿Cómo influyen unas y otras en l@s pequeñ@s? ¿son mejores las positivas que las negativas?.
Podríamos pensar que las etiquetas
negativas,( aquellas que censuran al niño/a en algún aspecto de su vida,
o que desaprueban alguna de sus conductas), son las únicas que le
pueden afectar ,ya que generalmente pueden contribuir a un descenso
considerable de la autoestima del niño/a. Dentro de este tipo de
etiquetas podríamos mencionar como ejemplos, el hacer mención a un
hipotético bajo rendimiento escolar como “eres un vago”; “no haces nada bien”, etc.
Sin embargo las etiquetas positivas, es
decir, aquellas que aprueban en demasía algún aspecto, habilidad o
conducta del niño/a, también pueden afectarle enormemente, pues el
otorgarle una etiqueta positiva puede resultar un “arma de doble filo”,
ya que podrían darse situaciones ante las cuales el niñ@ no pudiera
responder según las exigencias de esa etiqueta que le ha sido asignada,
llegando a experimentar incluso miedo a no estar a la altura de lo que
se espera, lo que puede ocasionarle también estrés y ansiedad, viéndose
afectada,en consencuencia, su autoestima. Dentro de este tipo de
etiquetas positivas, podríamos mencionar ejemplos como “ eres el / la mejor”; “siempre sacas sobresalientes”; “nunca fallas en nada”; etc.
Con todo esto, podemos afirmar que la
asignación de etiquetas siempre va a afectar al niño/a y por lo tanto,
se debe evitar el surgimiento y la implantación de las mismas.
¿Cómo podemos evitar la aparición de etiquetas?
El evitar la aparición e implantación de
etiquetas infantiles es en gran medida una tarea que deben abordar los
referentes del niño/a (padres, familiares cercanos, maestr@s…); que
conscientes de la existencia e influencia de las mismas, deben
prestarles mucha atención.
Para ello, teniendo en cuenta la
indiscutible influencia del entorno, se debería procurar que éste fuera
lo más estimulante posible, es decir ,trabajar para conseguir potenciar y
fomentar al máximo las capacidades del niño/a, de manera que se las
orientase a la consecución de sus metas y propósitos. Asimismo, se
debería empatizar con los posibles errores que como toda persona,
pueda cometer, haciéndole entender que errar es humano y que de los
errores incluso se pueden obtener grandes aprendizajes.
En esta línea, es importante también que
el /la niño/a se sienta escuchad@ y comprendid@ por sus referentes; que
sienta libertad para expresar qué siente, piensa y necesita, pues esto
nos llevará a poder conocerle y ayudarle a trabajar sus debilidades y
fortalezas. Y el conocer estas últimas, el desarrollarlas y sobre todo
el potenciarlas, contribuirá a la superación y/o aceptación de sus
debilidades, a las que como todo ser humano tendrá que hacer frente.
Es importante también emplear los
refuerzos, (en especial los positivos), y aprovechar las situaciones en
las que el /la niñ@ lleve a cabo alguna conducta adecuada para
aplicarlos. Los refuerzos les pueden motivar a avanzar y sobre todo a
enfrentarse a otro tipo de situaciones novedosas a las que tal vez no se
enfrentarían de estar condicionados/as por alguna etiqueta.
Y por último, después de haber puesto de
manifiesto la enorme importancia de los referentes del niñ@ en todo lo
tratado, hay que destacar primordialmente el papel de la familia, pues
no debemos olvidar que “la familia constituye un componente clave en
el desarrollo de las personas ya que es el contexto más importante en el
que se dirimen las influencias socializadoras” (Maccoby,1992).
Con lo cual, el núcleo familiar es de
vital importancia en el desarrollo de la personalidad del/ la niñ@,
personalidad que de existir etiquetas puede verse muy influenciada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario