La importancia de las normas
La primera pauta que recomiendo a los
padres cuando hablamos de mal comportamiento en el hogar suele ser que
el niño tenga unas normas. Parece sencillo, pero ahí suelen comenzar los
problemas… y la solución.
Efectivamente el niño debe disponer de
unas normas para poder educarlo y para ayudarle a controlar su
comportamiento. Estas son algunas de las características que deben
cumplir las normas:
- Deben ser muy sencillas y concretas, es decir expresar claramente qué tiene que hacer el niño. Normas del tipo: “sé bueno”, “pórtate bien” cumplen estas características.
- Las normas deben estar adaptadas a la edad del niño y a su capacidad. Por tanto, ser realistas a la hora de proponerle las normas.
- Suelen estar referidas a cómo tratar a las personas significativas (padres, hermanos, amigos), respetar horarios (hora de comer, de jugar, de estudiar, de dormir…), referido a objetos (mobiliario de casa, propias pertenecias…)
- Debe haber acuerdo entre la pareja respecto a las normas que se le proponen al niño y su exigencia.
- Hay que ser constantes en su aplicación y exigencia: muchos niños al principio, intentan incumplirlas.
- Es necesario ser coherentes en su aplicación. Si decimos que el niño recoge sus juguetes… debe ser el niño el que los recoja, no papá o mamá.
- Las normas se deben razonar con el niño, explicarles su por qué y beneficios.
- Las normas deben proponérselas al niño más como un privilegio que como una imposición. Razonamientos del tipo, “como ya vas siendo mayor, tienes que recoger tu ropa sucia y echarla en el cesto”, son más efectivos que simplemente imponerle la norma
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