que el castigo sea educativo
Cuando intentamos educar a los
pequeños, en ocasiones no sabemos cuál es la manera más eficaz de
tratar con ellos. Es normal que nos surjan dudas sobre que es lo mejor
para ellos, y en definitiva para que crezcan felices.
El castigo es un tema
polémico, que ni gusta a niños ni a mayores. Queremos que aprendan, y
sabemos por un lado que no debemos permitir determinados
comportamientos, pero por otro lado tampoco queremos que sufran.
¿Debemos castigar a los pequeños? ¿Cómo debemos hacerlo?
¿SE DEBE CASTIGAR A LOS PEQUEÑOS?
Es importante que los niños y
niñas aprendan que las acciones que realizan tienen determinadas
consecuencias, y a veces estas consecuencias no son de su agrado. El
castigo puede ser necesario pero empleado de manera racional con el
objetivo de educar al pequeño. Nunca debe ser humillante o perjudicial
para su autoestima o bienestar.
El castigo debe entenderse no
como una forma de hacer sentir mal a los niños y niñas sino como una
consecuencia a una acción determinada. Para aplicarlo es fundamental que
los niños y niñas entiendan el porqué del mismo, y comprendan que
ocurre cuando hacen determinadas acciones.
Debe entenderse como una
especie de trato o acuerdo más que como un castigo, como cosas que
debemos hacer para conseguir algo, o cosas que no debemos hacer para
dejar de tener consecuencias negativas.
En todo caso no debe ser nunca
dañino para los niños o niñas. Debe estar basado en el objetivo de
educar, de fomentar un aprendizaje en los pequeños. Y siempre debemos
tener muy en cuenta su bienestar.
Veamos algunos ejemplos
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Si un adolescente ha suspendido un examen porque en lugar de estudiar estuvo haciendo otras cosas, como ver la tele, dar una vuelta, etc. Debemos dejarle que suspenda, que comprenda que su conducta le ha llevado a ese resultado. En este caso el “castigo” podría ser, tener que cumplir determinadas horas de estudio, si estas no se cumplen no podrá ver la tele o salir con sus amigos. Antes de aplicarlo es bueno dialogar con él o ella sobre la situación, ¿Por qué crees que has suspendido? ¿qué crees que puedes hacer para que no vuelva a ocurrir esto? Siempre reflexionando y dialogando con ellos y nunca imponiendo.
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Si un niño quiere de postre helado, primero tendrá que comerse las verduras o el plato que tenga en la mesa, si no se come esto no podrá tener helado. Si come lo que tiene que comer, podrá elegir el postre que quiera. En este caso también le explicaremos al pequeño que es importante alimentarse bien para crecer, que no sólo se pueden comer helados. Por eso si quiere comerlo primero debe tomar otros alimentos necesarios para su crecimiento.
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Si el niño o niña no recoge sus juguetes, no podremos salir a dar una vuelta al parque, porque antes de salir tenemos que dejar todo recogido. Explicaremos al pequeño que no podemos dejar las cosas sin recoger porque llegaremos tarde y cansados para cenar y bañarnos antes de dormir, que es necesario que recojamos los juguetes. Le explicaremos también que puede sacar todos los juguetes que quiera pero que debe recogerlos.
¿CÓMO DEBEN SER LOS CASTIGOS EFICACES?
PAUTAS PARA EDUCAR CON LOS CASTIGOS.
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Consecuentes y contingentes a la conducta. Esto quiere decir que deben ser lógicos en relación a la conducta, no deben ser ni demasiados excesivos ni demasiado flojos. Y producirse cuando se produzca la conducta, no podemos dejarlo para otro momento puesto que no lo relacionarán con la acción. Por ejemplo en el caso del adolescente que suspende, si cumple con sus horas de estudio le permitiremos salir, no es bueno excedernos y dejarle sin salir aun cuando haya cumplido esas horas. Si cumple su parte, tiene una consecuencia positiva para él. También tiene que ser en el momento, no podemos dejarle este fin de semana que salga, pero a partir del próximo cumplimos con el acuerdo.
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Consensuados con el pequeño. Es importante que los “castigos” cumplan una función educativa. Para ello es muy bueno dialogar con el niño o niña y hasta consensuar el tipo de castigo. De esta forma se sentirá responsable de sus actos y de las consecuencias y se implicará más con el castigo. Además colaboramos a la reflexión de los pequeños y a su comprensión.
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No deben ser dañinos o humillantes para ellos, en ningún caso. No debemos olvidar que nuestro objetivo es educarles, para que lleguen a ser adultos felices, personas críticas y autónomas, adaptados a la sociedad. Para ello el castigo puede ser necesario, pero si éste es humillante o dañino, pierde todo su valor educativo y conseguimos lo contrario.
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Es mejor que los castigos no estén basados en cosas materiales, son más efectivos si los basamos en actividades de su agrado o desagrado. Si el castigo consiste en comprarle o no comprarle algo al pequeño, le estamos enviando un mensaje confuso, que no anima a la reflexión sino a conseguir un bien determinado.
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Los castigos no deben ser amenazantes. Se le informará de lo que ocurre si hace o no hace determinada conducta, pero no se le amenazara con ello. Debe ser visto como una consecuencia lógica y no como una amenaza.
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Es muy importante que tengan alguna relación con la conducta concreta. Es decir si no come verdura el “castigo” será no comer helado, ya que guarda relación y podemos hacer que comprendan el porqué. En cambio si el “castigo” por no comer verdura es no ver la tele. La consecuencia no tiene nada que ver con la conducta y el pequeño no lo entiende. Si no puede comer helado es porque necesita alimentarse bien, guarda una relación.
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En todo momento seremos comprensivos con el niño, tendremos calma con ellos. Y entenderemos que están aprendiendo y necesitan unas pautas y normas. No es que lo hagan por molestarnos.
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Deben cumplirse siempre los castigos, si no es así no serán eficaces. Por eso es bueno hacer un castigo lógico y no excedernos. No podemos castigarles primero con mucha fuerza, excediéndonos y poco a poco ir suavizando. Si el adolescente no puede salir hasta que no cumpla sus horas de estudio, mantendremos firmeza en este acuerdo.
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Tienen que ser entendidos por los niños y niñas. Para que cumpla su función educativa ha de ser comprendido por los pequeños. Para ello dialogaremos con él y le explicaremos las cosas con calma.
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Combina el castigo, con castigos de tipo positivo y con refuerzos. No se trata solo de que el pequeño tenga consecuencias negativas, también es bueno que estas consecuencias negativas terminen cuando el pequeño deje de hacer determinada conducta (castigo positivo). Es decir si no recoge los juguetes no podemos salir al parque, pero en cuanto los recoja esta consecuencia negativa finaliza y salimos todos al parque. Los refuerzos también son fundamentales, elogiar al niño cuando cumple con lo que esperamos y animarle en sus acercamientos a la acción deseada.
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