Educar sin mentiras
“Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti”
Friedrich Nietzsche
La
mentira es uno de los problemas con los que a veces se encuentran
muchas familias a la hora de hablar con sus hij@s; y lo cierto es que
todos/as en algún momento empleamos la mentira por alguna razón, la
mayoría de las veces para evitar alguna consecuencia desagradable.
Sin embargo, si bien podemos considerar
que todos/as en algún momento empleamos la mentira para evitar
consecuencias desagradables, es importante que ésta no se convierta en
un hecho frecuente, pues entonces estaríamos ante un gran problema.
La reacción que los padres suelen tener
cuando descubren que su hijo/a les ha mentido, suele derivar en la
asignación de un castigo, pero lo cierto, es que en muchas ocasiones el
castigo no resulta todo lo efectivo que debiera, incluso puede dar lugar
a la aparición de más mentiras futuras, mejor elaboradas.
El castigo puede fallar por múltiples
razones, la más destacable es la incomprensión que el / la niñ@ puede
sentir cuando, al emplear la mentira, se le castiga sin dejar que
explique las razones por las cuales ha mentido. A veces, detrás de una
mentira puede haber un problema que el / la pequeñ@ no sepa exactamente
cómo afrontar y en lugar de pedir ayuda, termina mintiendo para eludir
la vergüenza que le supone el no saber qué hacer. En estos casos, el
empleo del castigo, puede resultar contraproducente ya que en lugar de
transmitirle confianza para que cuente qué le ocurre y explique el por
qué de esta conducta, se le transmite todo lo contrario.
EL EMPLEO DE LA ASERTIVIDAD PARA LA OBTENCIÓN DE LA VERDAD:
Es fundamental, teniendo esto en cuenta,
que se eduque en asertividad, es decir, proporcionarle al / la niño/a
un ambiente de confianza tal, que le permita expresar con total libertad
qué le está pasando y qué piensa en cada momento. Emplear la
asertividad en la educación de l@s hijos/as es primordial a la hora de
que éstos expongan sus desacuerdos, sus problemas u opiniones, (que
pueden ser diferentes a las expresadas por otros de sus compañeros e
incluso diferentes a las de sus mayores). A veces, al fallar la
asertividad en la educación, l@s niñ@s no aprenden a expresar todo esto,
y evitan el malestar que les podría ocasionar la expresión de un
desacuerdo o simplemente el decir “no” a algo, enmascarándolo con una
mentira.
Otras veces sucede que “de un grano de
arena se hace una montaña” y se tiende a exagerar la mentira del niñ@
como si de un auténtico delito se tratara. Estas situaciones se deben
evitar; dramatizar, exagerar la mentira- al igual que en el caso
anterior- no terminará con ella. En estas ocasiones suele ser más
efectivo, enseñarle al niñ@ que miente la importancia de ser sincero/a y
lo que significa para nosotr@s que mienta, cuando de él / ella
esperamos lo mejor.
Transmitirle nuestra confianza en
él/ella, nuestra expectativa de obtener sinceridad por su parte,
contribuirá a reforzar su autoestima y le ayudará a comprender la
negativa repercusión que tendrá en el hogar, el que siga mintiendo.
Pero además, en el empleo de las
mentiras de l@s hij@s tiene un papel muy importante el ejemplo de los
padres. No podemos pedirle sinceridad a un/a niñ@ si en casa, el uso de
la mentira es un hábito frecuente. El papel de las figuras de
referencia, es primordial. Si el/la niño/a se da cuenta de que para
evitar cualquier tipo de consecuencia o responsabilidad, sus padres
emplean la mentira de manera reiterada, aprenderá que eso está bien y no
dudará en poner esta costumbre en uso.
La educación asertiva implica el empleo
del diálogo, la comprensión y la sinceridad y esto es lo que el/la
niño/a debe ver en casa, porque es lo que aprenderá.
De manera que se les debe hacer razonar,
ya que cuando hacemos esto aclaramos a l@s pequeñ@s los por qués que
convierten a la mentira en dañina. Por supuesto, se les debe hablar a
corde a su edad, empleando un lenguaje y un vocabulario adaptado y
comprensible, asegurándonos así de que entiende la importancia de lo que
le estamos transmitiendo.
Otro aspecto fundamental en este tema,
es asegurarnos de que el/la niño/a no obtenga recompensa derivada de una
mentira, ya que como suele suceder con los refuerzos, la obtención de
una recompensa dará lugar a la aparición de más mentiras futuras.
Además, hay que diferenciar el empleo
puntual de una mentira, del uso recurrente de la misma, pues de darse
este último caso, estaríamos ante un problema grave, en el que se
precisaría apoyo profesional.
Y en cuanto a refuerzos se refiere, hay
que hacer especial hincapié en lo imprescindible que es ponerlos en
práctica ante las verdades, reforzando sus conductas sinceras y
elogiándole cuando diga la verdad, especialmente ante situaciones nuevas
y difíciles que puedan darse. Así, lograremos reforzar también la
seguridad en sí mismo/a y estaremos preparándole para afrontar
situaciones delicadas, haciéndole entender que afrontar los hechos, por
desagradables que puedan ser, es más eficaz que esconderlos tras una
mentira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario