jueves, 4 de diciembre de 2014

ESCUELA DE FAMILIAS - PONER LIMITES A LOS NIÑOS

Poner límites a los niños

Nos preocupa no orientar bien a nuestros hijos, no sabemos muchas veces si actuamos de forma correcta poniendo unos límites, tampoco conocemos hasta dónde es válido el límite o durante cuánto tiempo es necesario mantenerlo.
Otras veces consideramos que es excesivo tener que ponerse “fuerte” y “serio” con nuestro propio hijo/a, quizás sería conveniente no ser tan estricto, o… ¿Quizás sí?
 Poner límites a los niños

¿Qué es un límite?

Los límites son todas aquellas “barreras invisibles” que creamos como medida “cortafuegos”, son  normas que no pueden incumplirse ya que si se incumplen y nosotros los adultos somos permisivos con ello, nuestros hijos/as no aprenden a distinguir donde está bien hecho algo y donde no lo está.
Además debemos ser consecuentes, si hoy decimos que “no” a algo y mañana decimos que “sí”, lo único que estamos enseñando a nuestros pequeños es que depende del día que tengamos valdrá una norma o no.
Lo mismo  ocurre si papa dice “no” y mama dice “sí”, el niño/a acudirá a quién más le interese. Es necesario estar de acuerdo.

¿Cómo deberíamos aplicar los límites?

Primero de todo deberíamos hablar con nuestra pareja y exponer nuestras preocupaciones, ponerlas en común y acordar cómo se pondrá en práctica el límite.
Ejemplo:
-       Preocupación/ actitud ante la que debemos poner límite:
“Nos preocupa que se suba encima de las sillas”.
Pongamos un límite como respuesta a una actitud que no queremos que se repita.
-       Respuesta / cómo aplicar el límite:
Cuando se suba encima de una silla, le diremos:
-  “No puedes subir porque las sillas son para sentarse”.
Seguidamente lo bajaremos al suelo y lo sentaremos de forma correcta.
Si vuelve a repetir la acción y nos desobedece aplicaremos “tiempo fuera” (unos minutos, tantos como años tenga el niño), lejos de donde nos encontremos, en un rincón de la habitación donde estemos, sentado en una zona sin jugar,  se le dirá:
- “La silla es para sentarse, como no sabes usarla correctamente no puedes sentarte en ella”.
Cuando pase el “tiempo fuera” invitaremos al niño a que venga donde estamos y se siente bien.
-       ¿Te quieres sentar con nosotros? Como confiamos mucho en ti, y sabemos que eres capaz de hacerlo bien, ven aquí a sentarte con nosotros.
Refuerzo positivo:
El refuerzo positivo, en este caso se emplea para que la acción desaparezca.
El niño busca la aprobación del adulto en sus acciones y ello le ayuda a crecer como persona.
Cada vez que el niño/a se siente de forma correcta en la silla le diremos:
- “lo ves, sabes sentarte bien, estamos contentos, ¡muy bien!, así nos gusta que estés bien sentado en la silla”.

¿Hasta cuándo es válido el límite?

El límite es válido hasta que la conducta que queremos modificar desaparezca, en nuestro ejemplo, hasta que el niño/a se siente correctamente.
Cuando el niño/a se siente bien, ya no hará falta aplicar ningún límite.
¿Qué ocurre si después de un tiempo, el niño/a vuelve a repetir la conducta que nosotros desaprobamos?
Si sucede eso, volveremos a usar el límite como respuesta a su actitud.
Tengo un niño pequeño de unos 2 años, ¿debería empezar a aplicar límites?
Los límites se han de empezar a trabajar desde pequeños ya que sino se aplican cuanto antes, lo único que conseguiremos es que cuando de verdad queramos pautar el comportamiento de nuestro hijo/a, este, usará las estrategias que ha desarrollado durante los primeros años para conseguir lo que él quiere (en nuestro caso subirse a la silla) para ello llorará, pataleará, gritará…
Para finalizar este artículo, me gustaría contar una anécdota de una compañera.
Ella es educadora infantil, tuvo una niña y esta siempre la desafiaba, si decía que no la madre, la niña decía que sí, si la madre decía que abajo, la niña arriba…
Un día en la escuela entre lágrimas dijo:
¿Cómo puede ser, que pueda controlar a un grupo de 13 niños, y no pueda con mi hija?
Otra educadora le dijo: Sigue este consejo, nunca te rindas, insiste, insiste hasta cansarte, porque antes te cansarás tú que la niña, pero insiste y verás que al final obtendrás tus frutos.
Con el tiempo así fue, la niña creció aceptando las normas, las rutinas, creciendo como persona, respetuosa consigo misma y con los demás.
Madres, padres, familias, insistid, repetid aunque estéis agotados, vuestro esfuerzo tendrá sus frutos, no os canséis, debéis enseñarles cual es el camino correcto, y recordad que la educación es más parecida al vuelo de una mariposa que al recorrido de una bala.

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