El niño y la niña difícil
En varias ocasiones me he encontrado
con familias que venían a consultarme y que efectivamente estaban
poniendo en práctica casi todas las recomendaciones que les hacía. Sin
embargo, todos nos sentíamos frustrados porque no conseguíamos nada y
nuestros intentos de educarle y corregirle estaban fracasando. Estábamos
frente a lo que suele llamarse un niño difícil.
Hace unos días volví a encontrarme con
un caso similar y retomé anotaciones y apuntes sobre este tipo de niños.
Tengo interés en escribir en el Blog sobre esta situación porque estoy
seguro de que muchos padres verán su caso reflejado.
Se trata de niños con los cuales están
fracasando todas las formas habituales de educarle correctamente y
corregirle cuando se comporta mal. Algunas características que pueden
presentar estos niños son:
- Niños con los que fracasan las medidas y castigos: es como si no tuvieran ningún efecto o hicieran que se comportaran aún peor.
- Cuesta mucho controlar su comportamiento: no paran quietos, gritan, pierden el control fácilmente, cualquier cosa les sobre estimula, tienen manías, sus rabietas parecen desproporcionadas…
- Niños incansables que sistemáticamente lo discuten todo.
- En otros casos son excesivamente caprichosos, llorones, resistentes a los cambios o nada les parece bien.
- Los padres están totalmente desquiciados y les invade una sensación de fracasados: todo el día diciendo que no, todo el día razonando, llamando la atención… sin conseguir nada.
- Además, como nada les funciona, cambian constantemente las pautas educativas en un desenfrenado “ensayo error”, se enfrentan entre ellos y se reprochan constantemente la actuación con el niño.
- Para empeorar las cosas, reciben innumerables críticas y consejos desde distintos frentes: la familia, los amigos, los profesores, los “entendidos”…
Para volverse locos. Quizás pueda
parecer exagerado. Dispongo de datos de prevalencia en los Estados
Unidos y se sitúa entre el 10 y 20 % de la población infantil, siendo
mucho más frecuente entre los varones.
El tratamiento de estos niños desde el
hogar es complicado y como pueden comprender exige mucha paciencia y
mucho “hacer la vista gorda”. En todo caso, se pueden educar y tratar.
Mi consejo en estos casos es el siguiente:
- Asegurarse de que efectivamente las pautas educativas habituales no funcionan con este niño. En muchas ocasiones se dice que no funcionan, simplemente porque no se aplican correctamente o por falta de constancia. Si este es su caso, no está frente a un niño difícil, sino que debe mejorar sus pautas.
- Si considera que su hijo puede responder a este perfil, lo mejor es acudir a un especialista que descarte otros trastornos con una presentación similar (TDAH, trastorno negativista) que pueda ayudarle a mantener unas pautas adecuadas con él.
Pero déjese aconsejar solo por un
especialista y trate de ignorar los “buenos consejos” de otros
allegados. Si le sirve de consuelo, cuando se acierta con las pautas a
seguir y se comprende que no hay una especial intencionalidad en el
comportamiento del niño, el estrés que sufre la familia mejora y también
la actuación del niño. Si están en esta situación, respiren… y manos a
la obra.
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