Hemos
tenido ocasión de consultar muchos artículos
y manuales sobre el tema de la asertividad (Ver: "Entrenamiento
asertivo"). Es verdad que en la sociedad actual con
tantas rivalidades y tensiones interpersonales nos vemos obligados
a poner en juego, cada vez más, las técnicas
de asertividad que conocemos a través de nuestras lecturas
o cursos que hayamos podido hacer.
Pero
estos conocimientos sobre las actitudes asertivas hay que
transmitirlas y en el caso de los padres, deben saber enseñar
a sus hijos a ser asertivos.
Qué
es la asertividad
En
primer lugar debemos recordar el concepto de asertividad.
OLGA CASTANYER, en su libro "La asertividad: expresiónde
una sana autoestima" [Ed. Desclée de Brouwer,
6ª edición, 1997], lo define de forma sencilla
como la capacidad de autoafirmar los propios derechos, sin
dejarse manipular y sin manipular a los demás. La persona
asertiva conoce sus propios derechos y los defiende, respeta
a los demás, por lo que no piensa ganar en una disputa
o conflicto sino que busca de forma positiva los acuerdos.
En
pocas palabras podemos decir que la persona asertiva:
Una
vez que hemos recordado estas premisas nos toca ahora ver
cómo hacemos para trasladar estos conocimientos a los
hijos que como sabemos, están en formación y
requieren nuestra atención y cuidados.
Sabemos
que nuestros defectos y virtudes son fruto de las experiencias
y mensajes que en su día nos transmitieron los mayores
que nos rodeaban y ahora somos nosotros quienes tenemos la
responsabilidad, la obligación de influir en los más
pequeños y educarlos según los patrones de conducta
más adecuados y entre ellos está el de ser asertivos.
La asertividad se aprende, no es innata. Se aprende con la
práctica y debemos reconocer que es una obligación
moral enseñarles a saber estar y comportarse tanto
con los iguales como con los adultos.Principios básicos para aprender a ser asertivos
Para
llegar a conseguir este fin de transmitir al niño la
conducta asertiva debemos tener en cuenta unos PRINCIPIOS
BÁSICOS de los que debemos destacar el ambiente que
rodea al individuo. El ambiente influye en la autoestima de
tal forma que un niño quees
querido y respaldado y él lo siente así, desarrollará
una sana autoestima y una seguridad en sí mismo. Por
otro lado, unido al ambiente encontramos las personas que
rodean al niño, esto es, los padres y profesores que
resultan importantísimos para el niño puesto
que son los que refuerzan las conductas positivas y son los
modelos a imitar por los más pequeños..
Según lo que acabamos de decir, existen unas ACTITUDES
GENERALES a tener en cuenta para educar en la asertividad
y que además influyen en la construcción
de una adecuada autoestima. Estas actitudes las podemos enunciar
del siguiente modo:
1. Atención a las proyecciones: los adultos
tendemos a proyectar nuestros propios temores y experiencias
negativas en los hijos. Protegemos a los niños cuando
anteriormente hemos sufrido burlas y los hacemos desconfiados.
Esta actitud la transmite el padre con sus actitudes, sus
comentarios... (cuando estamos continuamente pendientes de
lo que los demás dicen de nosotros...) A cambio, lo
que debemos hacer es aceptar al niño con sus ideas
y actitudes y dejarle tener las experiencias. El papel del
adulto en este caso es transmitir al niño su opinión
si éste la pide y únicamente limitarnos (mientras
esto no ocurra) a aconsejar o contar nuestras propias experiencias
huyendo de los planteamientos categóricos y del establecimiento
de reglas.
2. No confundir un error puntual con una característica
de la personalidad. Debemos cuidar los mensajes que dirigimos
a los niños y la forma de hacerlo. Un niño que
de forma reiterada recibe el mensaje de que es malo, termina
asumiendo ese rol, creyendo que realmente es malo porque además
recibe el mensaje de alguien en quien confía que puede
ser su madre, su padre o su maestro.
3.
Las expectativas hacia los niños deben ser razonables
y adecuadas a su nivel y edad. A cada nivel madurativo
le corresponden unas pautas de conducta. El problema para
los niños se presenta cuando se les exigen cosas para
las que todavía no se encuentran preparados (determinadas
responsabilidades...)
Cuando vemos que el niño no es asertivo...
Tanto
en la escuela como en casa podemos intervenir para ayudarle
salvando las diferencias del medio y los factores que pueden
influir. La asertividad se puede enseñar de forma indirecta
(se trata de todo lo que podemos influir en el niño
sin que él se dé cuenta) o directa (con técnicas
concretas).
Para
empezar con las formas indirectas debemos, en primer
lugar, describir objetivamente el "problema" que
presenta el niño y una forma sencilla es la de escucharle,
dedicarle tiempo para descubrirlo, ser empáticos (ponernos
en su lugar y ver el problema desde su punto de vista. Cuando
el niño no toma la iniciativa a contarnos cómo
se encuentra, qué le pasa, debemos ser nosotros los
que demos el primer paso pero para ello es fundamental (como
decíamos antes) encontrar ese tiempo que muchas veces
no encontramos o no queremos encontrar. En realidad se trata
de ser empáticos con el niño, es decir, ponernos
en su lugar y ver el problema desde su punto de vista. Por
otro lado, en este proceso de ser más asertivos, debemos
hacerles conscientes de algo que suele pasar desapercibido
y son los "derechos". Es a través de las
conversaciones diarias, comentando noticias… como podemos
introducir el tema de los derechos y así el niño
irá incorporando a sus conocimientos el de la existencia
de unos derechos que él tiene que respetar, pero que
también han de respetarse en él.
Una buena idea es reforzar las capacidades. Cuando el niño se comporte de forma correcta, es adecuado dirigir un halago hacia el chico como "muy bien, has demostrado que eres capaz para controlar la situación y decidir por ti mismo". Ya sabemos que el halago como elogio que es, debemos aplicarlo con cuidado y no abusar de él porque puede perder el efecto deseado e incomodar al niño. Como criterio a seguir podemos considerar que cuando una conducta está instaurada no precisa ser alabada y nos debemos fijar en otra conducta más difícil o todavía por conseguir.
Pasemos
ahora a analizar las formas directas que tenemos a
nuestro alcance para enseñar en la asertividad. En
numerosas ocasiones el individuo conoce su dificultad para
afrontar un problema de relación con los demás
aunque sí es consciente de que ese problema existe.
Es decir, sabe qué debe hacer pero no sabe cómo
hacerlo. Para superar esa situación es necesario que
los adultos guiemos su comportamiento, analicemos con él
la situación que lleva a que el niño se sienta
incómodo, los antecedentes que la caracterizan y las
consecuencias que siguen. En definitiva, debemos formar "equipo"
con él. Lo primero que hay que transmitir es seguridad,
confianza en que el problema tiene solución y los adultos
tienen que ser los primeros en creérselo. Esto que
decimos tiene especial importancia en casos como el de los
niños que se sienten acosados por algún compañero
de clase y no sabe cómo afrontar el problema. Las consecuencias
son que el niño está agobiado, angustiado, este
estado emocional influye de manera negativa en su estado anímico
y por supuesto en su rendimiento académico. En un caso
similar, el adulto (padre, madre...) debe estar al lado del
niño y ayudarle, analizando por qué se produce
este acoso y cuál debe ser la respuesta del niño.
Por tanto, el adulto debe ensayar con el niño la situación problemática, imaginarse las situaciones problemáticas y peligrosas y afrontarlas. Es importante ofrecer al niño varias alternativas de conducta. Esto conlleva que el niño amplíe su capacidad de decisión. También es bueno ponerle al niño ejemplos concretos de casos similares que el adulto conozca y, si puede ser, explicar cómo se superó la situación. |
miércoles, 3 de junio de 2015
ESCUELA DE FAMILIAS - EDUCAR EN ASERTIVIDAD
Educar
en la asertividad
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