martes, 9 de junio de 2015

ESCUELA DE FAMILIAS - NO ME GUTA LA NOVI@ DE MI PADRE/MADRE


NO ME GUTA LA NOVI@ DE MI PADRE/MADRE


Que a algunos  “se les rompió el amor de tanto usarlo” o de usarlo poco, es una realidad porque cada año en España se divorcian 130.000 parejas.  Las rupturas matrimoniales afectan a todos los miembros de la familia, a unos más que a otros, causando malestar, incertidumbre, incluso descontrol.
Ya hablé, en un anterior post ,de la manera de abordar con los hijos el divorcio de sus padres, pero en este post me gustaría hacer referencia a las dificultades que algunos padres y madres divorciados tienen para rehacer sus vidas y que el principal obstáculo para hacerlo proviene de la actitud que los hijos desarrollan frente al “novio” o la “novia” de sus padres. Hay hijos que rechazan a los “novios y novias” simplemente porque tienen la fantasía de que sus padres se puedan volver a unir, y obviamente, un nuevo “novio-novia” es un impedimento. Hay hijos que rechazan a los novios-novias por una cuestión de “lealtad” al  otro progenitor. Como si el aceptar a una nueva pareja de sus padres supusiera hacer un desprecio al otro. Otros hijos simplemente rechazan a los novios-novias por temor a perder el cariño de su padre o de su madre, por celos.
¿Qué hacer?, ¿Cómo actuar en estas situaciones?, ¿esperamos a que los hijos se conviertan en unos adultos para rehacer nuestras vidas?, ¿nos sacrificamos?
1º.- En un divorcio hay que ayudar a los hijos a afrontarlo y para ello hay que tener paciencia y entender su descontrol si lo hubiera,  pero esto no quiere decir que los hijos, los deseos de los hijos, sean más importantes que los deseos de sus padres.
2º.- Cuando los padres inician una nueva relación afectiva, la presencia de un “novio-novia” en la casa es una novedad, que requiere ir dando pasos progresivos.  No intentes “meter con calzador” a la nueva pareja,  ni obligar a tus hijos a que la acepten sin rechistar.
Si tu nueva pareja va a convivir con tus hijos, deberías de asegurarte antes que comparte contigo tus principios básicos sobre cómo educar, sobre cómo estás educando a tus hijos.
Los hijos tienen  que ver que nos encontramos bien, relajados, contentos con esta nueva situación, aunque ellos no lo estén tanto, y darles tiempo, un tiempo prudencial para que vayan haciéndose a la idea de lo que es inevitable, que su padre o su madre, o los dos, tienen nuevas parejas.
3º.- A los hijos que temen que la nueva pareja de sus padres les alejen de ellos hay que asegurarles su cariño, y eso se hace mediante  expresiones verbales, “te quiero”, y también dedicándoles tiempo, algo de tiempo, no todo el tiempo.
4º.- No malmeter a los hijos con las novias-novios de la expareja, porque lo único que se consigue es dañar a los propios hijos. Y malmeter a los hijos es como un boomerang que terminará volviéndose en tu contra.
5º.- La nueva pareja también tiene que hacer un esfuerzo para irse adaptando a una situación en la que siente el rechazo de los hijos de su pareja. Entender que, si se da el rechazo, es normal y lógico. No es fácil  ver por tu casa, con tu padre o con tu madre, a un “extraño o extraña”. Los adultos siempre tenemos que ser los que demos los primeros pasos, los que seamos más pacientes, los que damos más oportunidades.
6º.- Tu nueva pareja tiene que aceptar también una realidad y es que los padres divorciados forman un “pack” en el que están incluidos sus hijos. Y las relaciones con hijos por medio son diferentes, ni peores ni mejores.
7º.- ¿Discuten tus hijos con tu nueva pareja? Pues que entre ellos lo solucionen. Discutir entra dentro de lo lógico cuando se convive. Si te metes por medio terminará afectándote, porque todos querrán que te pongas de su lado.
8º.- Hay cosas que no se negocian con los hijos. Si tu hijo se niega, se resiste a que tengas una pareja, no permitas que te ponga en la tesitura de elegir.
9º.- Cuando a todo esto se añade que el novio-novia además tiene hijos, es normal que surjan nuevos problemas. Por si eramos pocos…
El amor conlleva la capacidad de renunciar, es verdad, pero renunciar por parte de todos, no sólo de los padres. Enseña a tus hijos a que ellos también tienen que aprender a renunciar a su “zona de confort” y a respetar los deseos de los demás. Desde ese respeto, el amor se fortalece día a día.

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