Los padres que sufren hijomialgia, son aquellos padres que durante una época de la crianza de sus hijos presentan, por diferentes razones, un malestar que les lleva a creer que no aguantan a sus hijos, vamos, que les están cogiendo “manía”.
La hijomialgia agobia a los padres ya que consideran que es “antinatural” tenerle “manía” a la carne de tu carne y sangre de tu sangre. Y se sufre como tantos otros malestares de la educación de los hijos, como las hemorroides, en silencio.
Vamos a ver, los hijos se pueden llegar a comportar con sus padres de la manera más molesta posible. Ya os hablé en un pasado post del Síndrome del Niño Cabrón. Hay hijos con los que la convivencia se hace muy dificil, pero tambien es verdad que hay padres que echan gasolina en el fuego. Os recuerdo que los padres con hijomialgia pueden hacer algo para sentirse mejor mientras educan y no solo esperar a que el modorro o modorra de turno cambie.
Me gustaría destacar que es muy habitual que un padre con hijomialgia por lo general tenga un carácter muy parecido a la del hijo o hija inaguantable. Os recuerdo que los hijos tienen la buena costumbre de parecerse a sus progenitores. Y un padre con carácter y un hijo con carácter son un estupendo caldo de cultivo para tener broncas con carácter.
¿Qué hacer para combatir la hijomialgia?
1º.- Nuestros hijos, el comportamiento de nuestros hijos, genera importantes respuestas emocionales tanto en ellos como en nosotros. Es normal que cuando te peleas mucho con un hijo termines sintiéndote mal y si te sientes mal, igualmente es normal, que identifiques a tu hijo como causante de ese malestar. Discutir, pelear, es algo que se hace con los que se habla y para educar a nuestros hijos tenemos que hablarles. Los padres tenemos que reconocer nuestras emociones para así poder regularnos antes de que aparezcan las consecuencias indeseables del descontrol.
2.- Los padres siempre tenemos que hacer el esfuerzo por comprender el comportamiento de nuestros hijos. Comprender no es aceptar. Los padres, y sobre todo los que tienen carácter, tiene que entender el “carácter de sus hijos” y sobre todo mostrarles modelos correctos de comportamiento. ¿Tu hija no te habla?, pues háblale tú, con normalidad. ¿Tu hija te mira mal? Pues tú mírala con cariño, no la mires con enfado ni con altanería. ¿Tu hija está enfadada? ¿Por qué te vas tú a enfadar por realizar la tarea que tienes que hacer como padre o como madre?
3.- Ponle nombre a lo que te hace sentir mal, a la conducta de tu hijo, o tuya, que te hace sentir mal, así verás que lo que te resulta insoportable no es tu hijo sino algunas cosas que hace él o que haces tú.
4.- Apóyate en tu pareja, pero no para que haga de mediador frente al hijo, sino para que te ayude a salir del pantanoso terreno que supone pensar que le tienes manía a tu hijo.
5.- Los hijos están poco años bajo nuestra influencia y nuestra influencia es fundamental para que aprendan aquello que sólo los padres podemos enseñar. Aguantad los envites de los hijos e interpretarlos como la natural osadía de quien está aprendiendo a construirse como persona y seguid poniendo las normas y límites que se necesitan para ello.
Para enseñar a los hijos que en nuestra vida hay que “lidiar” con muchas personas y muy diferentes es necesario que en casa vean que nosotros, sus padres, en los conflictos, en las adversidades, nos mantenemos firmes, controlados y poniendo a salvo continuamente los afectos. ¿Difícil? no, si no tienes prisa.
¿Tienes hijomialgia?, pues dile a tu hijo, tranquilamente, te quiero. Sigue educando, pon normas y límites. Y así sucesivamente. Lo demás viene rodado.
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